martes, 6 de julio de 2010

Pedals de Foc 2010 - Voy sin reloj

El tiempo pasa. Voy sin reloj. Ya no me importa qué día es hoy,ni si es tarde o temprano. No tengo prisa. La vida viene y va. Si tengo ganas, saldré. Si no, aquí me quedaré. Llegó, llegó la calma después de añosde no encontrarla. Y el tiempo pasa y yo, sin reloj. Todo gira, todo cambia, todo llega si la espera no te cansa. Llegó, llegó la calma después de años de no encontrarla. Y el tiempo pasa y yo, sin reloj.


Olga Román canta "Voy sin reloj"

Así, exactamente así, fueron cuatro días de felicidad despreocupada, en la que uno podía dejar simplemente fluir el tiempo sin preocuparse del correr de las horas y de las prisas que tanto nos atenazan en nuestras salidas.

El tiempo pasaba simplemente y uno sabía que tras una subida más o menos trabajosa, otro valle se iba abrir ante los ojos asombrados de un urbanita que ha vivido fuera del tiempo.
Y ahora simplemente me pongo a escribir esto y me pongo a llorar. ¡Tal cual! Que no, que no es una imagen poética. Pero si es que es la cruda realidad.
¡Si incluso llegará cualquiera ahora y tendré que explicar que se me ha metido una mota en un ojo!
Pero es que hoy recordaba ese paisaje inabarcable que se abría ante nosotros al llegar al pla del Beret con una cara de la montaña verde, verde, con caballos y vacas flotando en el tiempo, y la otra cara cubierta por nubes amenazadoras y sonido de truenos...
Y ahí estaba todo resumido: el paisaje grandioso se había unido con la fragilidad del hombre, pequeño ante las fuerzas de la naturaleza.
Allí la emoción estaba en estado puro y, al recordarlo, regresa y se te aferra a las entrañas.
Y uno piensa que eso es la vida: pedalear y vivir intensamente.

Y en ese lugar estábamos un grupo de amigos disfrutando de una pasión común, llegando hasta ese lugar en el que querría quedarme suspendido en el tiempo.

Y allí llegó David, con la fuerza de sus piernas que habría podido dar dos vueltas enteras a la Pedals nonstop sin dejar de reir.
Allí esperaba Raquel, a la que sólo una vez conseguí apretar en una subida y que siempre, siempre, te adelantaba con una sonrisa que te encandilaba. (Pero ¡leñe! que te adelantaba en todas, todas las subidas, y no había manera de pillarla, por mucho que te fijaras en su trasero como objetivo ;) ).
Y Tom, con su voz de trueno y su tamaño XL, tras el que, al poco tiempo, ví al compañero de mil batallas que uno querría compartir.
Y Rafa, que sufrió el último día y apretó los dientes, que tanto nos amenizó las veladas, sacándole doble sentido a cada una de nuestras palabras, hasta que todos estallábamos en sana risa.;)
Y Xavi, sin el que nunca habría conocido aquello, que organizó todo y previó cada detalle. ¿Quién se habría planteado llevarse una bici de más, por si acaso? ¿Quien planificó cada etapa, buscó los tracks correctos, planificó al milímetro cada etapa, llevó todo tipo de material (desde bridas de varias medidas hasta cinta americana)?
Diría incluso que se transformó y lo ví guiándonos por el monte y haciendo complicadas reparaciones que otros habían dejado por imposible.
Y ahí llegué incluso yo, con una bici nueva tras haber destrozado el cuadro de la anterior, feliz por poder superar dos días terribles, casi sin fuerzas por una gastroenteritis que me anuló por completo, y me hizo parar tras cada mata, caer redondo al suelo y pasar una noche de fiebre.
Aquella pradera del plá de Beret significó mucho, mucho. Nunca pensé que sufriría tanto encima de la bici y ahora las emociones me anudan la garganta...
Así que ya pierdo el hilo y, simplemente, me dejo ir por un recuerdo que me acuna y, como un niño, me dejo ganar por el sentimiento.
Así que, gracias, Xavi, porque, sin tí, ni siquiera me habría planteado una aventura así.
Pero tampoco habría pasado de la primera etapa, con un cuadro de bici roto entre mis manos.
Ni de la segunda, porque, con la excusa de subir tranquilos, pude aguantar ese Triador, que en otras circunstancias puede que hubiera encontrado asequible, pero se mutó en Himalaya, y pude aguantar hasta el final del camino, aunque fuera arrastrándome y tirándome de la bici, porque se me nublaba la vista.
Ni de la tercera etapa, tras una noche de delirio por la fiebre, con el último puerto superado allí en Beret y en aquel descenso por medio de un río, disfrutando al fin como niños.
Ni de la cuarta y última, cuando ya recuperados, podíamos subir fuertes y buscar al borde del camino esas trialeras que habrá que hacer algún día.
Pero entre esos retos, ya vencidos, ¡cuántas risas compartidas, cuántos momentos de felicidad absoluta, en los que hemos recobrado durante unos días esa adolescencia que ya dejamos atrás!
Así que ¡gracias a todos! , porque este urbanita maravillado pasó cuatro días entre las nubes.
Y todo esto "sin reloj". Si es que al final va a venir bien que se te acaben las pilas. ;)

1 comentario:

  1. Javi, gracias por la visita y tus palabras. La verdad es que algunas locuras que hice sin estar preparada, fueron las que mas satisfacion me dieron.
    Adelante con tus locuras y atrevete con la PdF Plata...o Oro ;)

    ResponderEliminar

Puedes dejar aquí tus comentarios. Te has tomado tu interés por esta página y eres bienvenido.

Me agradará sin duda compartir lo que puedas aportar.

Solo te pediré que dejes de lado la descalificación y el comentario destructor.

Y ahora pasa y ponte cómodo.