viernes, 19 de marzo de 2010

Mi camino

Mi camino es hoy un poco más mío.

Mi camino no es de esos que transitan todos. Casi no merece el nombre de camino, ya que en ocasiones solo puede transitar por él una persona.

Mi camino no es fácil de subir. Le cuesta entregar sus secretos y solo se deja conocer al precio de un gran esfuerzo.

Te debes acercar a él por un sendero umbrío recién despejado de esos restos de la nevada que hace tres días aún lo bloqueaban.

Subes por un surco muy estrecho, en el que hay que poner un pie delante de otro para avanzar. Y, al final de ese reguero, dos escalones incómodos de subir te llevan a otro tramo algo más tranquilo.

Pero mi camino no te da tregua. Pronto vuelve a haber árboles a los lados que dificultan pasar por una trazada cómoda y el barro en la parte más pendiente te hace resbalar, dificultando la subida.

Esa subida por terreno irregular te hace respirar con fuerza. Incluso te quita el resuello. Piensas entonces en que hay locos que bajaban por allí montados sobre dos ruedas, protegidos hasta arriba para evitar hacerse daño en algún revolcón inevitable.

Tras muchos esfuerzos llegas a una explanada en la que el bosque es nuevo. Nadie ha pasado por allí desde hace dos semanas, ya que el acceso era totalmente imposible.

Entonces echas la vista atrás, miras hacia Montserrat, la Mola y el Monseny. Ves la ciudad a tus pies y comprendes que la felicidad puede estar en medio de este bosque herido, pero que pronto volverá a sonreir.

Hoy estoy contento porque ese camino es un poco más mío

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