sábado, 27 de junio de 2009

Mis amigos, los perros

Hoy, el señor de la Cuadra-Salcedo (o sea, yo mismo a los ojos de alguno) ha tenido una de esas experiencias místicas que te hacen reconsiderar lo fútil de las preocupaciones mundanas.

Andaba yo guiando mis ruedas por un caminillo de bajada que no había hecho nunca, pero que debía comunicar con uno que conocía. El camino se ha transformado, al poco, en sendero divertido con algún paso interesante.

Andaba ya contento de haber descubierto un nuevo territorio de juegos cuando, de repente, veo que el singletrack ideal está interrumpido por árboles atravesados.

Me detengo, miro alrededor y veo el patio de una casa rodeado por vallas de fortuna (soportes de colchón, cerramientos de obra), pero con el acceso abierto y una manada de perros mirándome con aire amenazador.

En menos de lo que se tarda en contarlo estaba rodeado por un pastor alemán enseñandome los dientes y otros cuatro o cinco canes, ladrando de forma amenazadora.

¿Qué hacer? ¿Qué no hacer? Si agarro un palo, puedo defenderme de un perro a lo sumo.

En fin. He hecho lo que podéis imaginar : ponerme a hablar con ellos tranquilamente (lo que podía) y explicarles que en modo alguno quería invadir su intimidad, sino que tan solo pasaba por allí de forma casual.

No se han calmado en absoluto pero no me han atacado.

El caso es que la conversación se me ha hecho eterna y no veía cómo salir de ahí. No me atrevía a seguir avanzando ni a darles la espalda.

Al cabo de un tiempo (cinco minutos, una hora, ¡qué sé yo!) aparece la versión femenina de "ho habeu vist" ("¿lo habéis visto?"), ese excitado hincha futbolero, totalmente iracundo, que impreca, fuera de sí, a un árbitro que no "pita como debiera" .

La señora, totalmente poseída por una ira incontenible, comienza a gritar de forma desaforada : "ENRERE, ENRERE!" (¡Atrás, atrás!).

Imaginad a la viejecita tendiendo la manzana a la Bella Durmiente, pero añadid el volumen corporal de la Caballé y la vena hinchada en el cuello de "ho habeu vist".

Añadid el coro de Euménides formado por los canes rabiosos y tendréis una imagen aproximada de la situación.

-De acuerdo, señora-le digo. Yo me voy para atrás, pero tendría la amabilidad de sujetar a los perros.
- ENRERE- repite ella monotemática.
- Sí, sí, pero si sujeta al perro, a lo mejor no me muerde.
- VAGI CAP ENRERE!... Esto es un camino privado (traduzco sus imprecaciones en lengua vernáculo).
- Si el perro me muerde tendremos un problema.
- No se puede pasar por aquí. El camino no está aquí - dice ella, gritando, y acercándose al perro más amenazador, que finalmente acaba sujetando.

En este punto no sé quien da más miedo, si los perros desvocados o la femenina furia.

- Ya, ya, pero ¿puede sujetar a los perros, que están sueltos?
- Los perros están sueltos porque esto es una propiedad privada. ENREREEEEEEE!
- Lo siento, señora. No he visto ningún cartel que lo indicara- intento terciar.
- Se habrá caído el cartel. ENREREEEEE!
- ¿Puedo pasar por la derecha hacia el camino principal? ¿Me puede indicar si hay paso?- le pregunto, con mi tono más amable, sabiendo que ese camino principal está a escasos 100 m hacia abajo, aunque se ven varios pinos atravesados
-El camino principal está lleno de pinos. ENRERE!- dice ella como quien exorciza un poseso.
- ¿Y la carretera, que está aquí al lado?-pregunto, sabiendo que está a unos 20 m a lo sumo, ya que la casa es visible desde la carretera.
- ENRERE, íncubo del maldito, súcubo enviado por Jezabel. (Bueno, eso no lo llega a decir, pero seguro que lo piensa, mientras sujeta al can Cerbero).

Finalmente, ante el nivel de diálogo establecido y viendo que mis posibilidades de llegar a mayores con la dama son escasas, acepto ir hacia atrás, manteniendo la mirada fija en la manada de perros y bajo las imprecaciones de la señora.

¡Qué curioso! Una vez me he alejado y he dejado de escuchar ladridos caninos y alaridos humanos, he mirado al cielo y he visto que había luz del sol y que, a pesar de todo, era un gran día.

Entonces he respirado, he subido una pequeña cuesta y he bajado mi trialera preferida.

Apa, nos vemos el domingo. Os prometo que no pasaremos por allí.

PS : No llevaba las benditas protecciones. En caso de ataque feroz de canes podrían haber sido ser de utilidad.